viernes, 16 de marzo de 2012

INTERVENCIÓN NUTRICIONAL EN EL ADULTO MAYOR

INTERVENCIÓN NUTRICIONAL EN EL ADULTO MAYOR.




Artículo de Revisión

Elaboró: Verónica Ivón  Trejo Guardado.



INTRODUCCIÓN.

                En el año 2000 aproximadamente el 10 % de la población mundial era mayor de 60 años. Con la realización de estudios y proyecciones demográficas se estima que para el año 2020 el número de adultos mayores será superior a 690 millones.

                Una nutrición adecuada es primordial para tener buena salud y es de suma importancia en los adultos mayores con el objetivo de mantener una buena calidad de vida. La desnutrición afecta entre el 1% y 15% de adultos mayores ambulatorios, entre el 25% y 60% de pacientes que cuentan con servicios de salud y un 35% a 65% en pacientes hospitalizados. Se ha encontrado que la desnutrición está asociada con estancia hospitalaria prolongada, la cual incrementa la morbilidad y mortalidad.

                En la ciudad de México se realizó una encuesta llamada “salud, bienestar y envejecimiento” (SABE 2000) en la que se encontró que aproximadamente el 31.8 % de los adultos mayores presentan algún grado de desnutrición, para lo cual se tomó en cuenta el Índice de Masa Corporal (IMC).

                El riesgo de desnutrición se incrementa en el adulto mayor debido a la tendencia a disminuir su masa corporal (como resultado del envejecimiento biológico) y a factores económicos, sociales, psicológicos, enfermedades asociadas, no tener una pensión, sensación de no tener suficiente dinero para vivir, etc., que pueden comprometer la ingesta de nutrientes y líquidos.

En los adultos mayores la restauración de la masa corporal total es más difícil que en los adultos jóvenes, por lo que requieren un soporte nutricional preventivo. Una ingesta adecuada de calorías, macro y micronutrientes podría mejorar el estado nutricional del adulto mayor.

                Por otro lado, se ha demostrado que las enfermedades de la boca no sólo tienen consecuencias locales sino que afectan la calidad de las funciones vitales como comer, deglutir y hablar; independiente del peso de otras enfermedades sistémicas en el estado de salud del anciano. La pérdida parcial o total de los dientes naturales requiere de la utilización de dentaduras artificiales, las que en algunas ocasiones son inadecuadas y provocan dolor que dificulta la mordida y masticación de los alimentos principalmente de frutas, vegetales frescos y alimentos fibrosos, lo que favorece la desnutrición e impide que el adulto mayor disfrute de los alimentos.

                En el adulto mayor, al igual que en cualquier otra edad, la obesidad es exceso de grasa corporal, la cual incrementa el riesgo de enfermedad y muerte prematura. La obesidad se debe principalmente a la disminución de la actividad física, al inadecuado consumo de alimentos  y a la disminución en el gasto energético basal.

                En la actualidad la evaluación nutricional del adulto mayor no ha sido considerada una prioridad y las alteraciones nutricionales son consideradas solo secundarias de otra patología. Sin embargo, una  nutrición adecuada es piedra angular en la salud de los ancianos, que permita conseguir un adecuado estado nutricional en los adultos mayores para lograr una adecuada calidad de vida.

ESTADO NUTRICIONAL EN EL ADULTO MAYOR.

El estado de nutrición en el adulto mayor está relacionado con el proceso de envejecimiento, y a su vez este proceso está influenciado por el estado de nutrición mantenido a lo largo de la vida. Durante el envejecimiento, se producen cambios corporales (aumento de masa grasa, disminución de masa magra), aparecen alteraciones metabólicas y alimentarias que coexisten con enfermedades crónicas y agudas. Asimismo, el estado nutricional del adulto mayor se ve influenciado por el deterioro de sus capacidades funcionales, por polimedicación y por la situación socioeconómica en que se encuentra. Si el adulto mayor tiene una funcionalidad limitada, difícilmente podrá alimentarse por sí mismo y dependerá de terceras personas y si vive solo, será aún más difícil que se alimente, por lo que se encontrara en mayor riesgo de desnutrición. Lo mismo ocurre con los adultos mayores que viven en extrema pobreza y que además tienen problemas de masticación o deglución.

                En el adulto mayor, el apetito, así como la cantidad de alimentos ingeridos tiende a disminuir debido a la ingesta de alimentos con bajo valor nutrimental o energético como los caldos, atole de agua, verduras sobrecocidas, por lo que se debe tener especial cuidado en proporcionar una dieta suficiente, que contenga todos los nutrientes y que sea atractiva.

Cuando los adultos mayores incorporan dietas saludables pueden revertirse o retrasarse muchos de los cambios asociados al proceso de envejecimiento, asegurando de este modo, que muchos puedan continuar viviendo en forma independiente y tener una buena calidad de vida.

FACTORES DE RIESGO QUE PUEDEN AFECTAR EL ESTADO NUTRICIONAL DEL ADULTO MAYOR.

-          Cambios en la composición corporal.

-          Cambios sensoriales (gusto, olfato, vista, audición, etc.).

-          Problemas de masticación (mala dentadura, xerostomía,…).

-          Cambios en el aparato gastrointestinal.

-          Cambios metabólicos, neurológicos, en el sistema cardiovascular, función renal, función inmune.

-          Disminución de la actividad física.

-          Inmovilidad, discapacidades.

-          Enfermedades y secuelas.

-          Medicación e interacción fármaco-nutriente.

-          Factores psicosociales (abandono de la actividad laboral, hábitos alimentarios poco saludables y rígidos, mitos y tabúes, monotonía en la dieta, omisión de comidas, pobreza, soledad, marginación, dependencia, depresión, apatía, confusión, ansiedad, tabaquismo, consumo de alcohol, etc.).

INTERVENCIÓN NUTRICIONAL.

Tiene por objetivo mejorar la calidad de vida del adulto mayor por medio del seguimiento de su estado nutricional y evitar la malnutrición, tanto por deficiencia (desnutrición), como por exceso (sobrepeso y obesidad).

La atención nutricional comprende todas aquellas acciones tendientes a mejorar la calidad nutricional de la dieta y el bienestar de los individuos, por medio de la orientación individual y familiar, la organización comunal y la capacitación a voluntarios y funcionarios de instituciones responsables del cuidado de adultos mayores. La evaluación del estado de nutrición del adulto mayor debe cumplir con las características de ser preventiva, interdisciplinaria, individualizada, realista, oportuna y humanitaria

Para una adecuada atención nutricional, en primer lugar se debe realizar un diagnóstico de las necesidades, con la finalidad de identificar los elementos claves que estén influyendo directa o indirectamente en la salud y nutrición de los individuos. En el diagnóstico interesan variables clínicas, antropométricas, dietéticas, bioquímicas y socioeconómicas. Y en segundo lugar debe analizarse la situación de forma integral, con el fin de establecer junto con el adulto mayor o persona a cargo de su cuidado las metas o propósitos de cambio y se ofrezcan alternativas de acción, fáciles de cumplir.

Es importante tomar en cuenta los cambios en la fisiología normal, producto del envejecimiento, así como aquellas situaciones socio culturales que podrían afectar  la calidad de la alimentación y el estado nutricional de los adultos mayores.

La nutrición es muy importante para la salud física y emocional del adulto mayor. Por ello, la diera que lleven los adultos mayores debe ser equilibrada, variada y gastronómicamente aceptable. La comida debe ser fácil de preparar, estimulante del apetito y bien presentada, apetecible y además de fácil trituración o desintegración y digestión.

El adulto mayor debe tener una alimentación variada, en la que incluya diariamente frutas, verduras, leche o productos lácteos bajos en grasa, carnes o legumbres, pan, cereales, y un adecuado consumo de agua. Asimismo, debe preferir el pescado, pavo o pollo y evitar las carnes rojas, por su alto contenido de colesterol. Estos alimentos permiten vivir saludablemente, porque aportan suficientes proteínas, grasas esenciales, minerales, vitaminas, carbohidratos y agua. Gracias a ellos, el organismo funciona bien y crea los mecanismos para defenderse de las enfermedades.

Las necesidades de nutrientes de este grupo de personas no difieren considerablemente respecto a las de adultos más jóvenes. Si se comparan los requerimientos energéticos de adultos entre 18 y 65 años y los mayores de 65 años, la diferencia no supera las 500 Kcal, a favor de los primeros, lo cual corresponde al ajuste que se hace debido a cambios en el patrón de actividad física y a la disminución en los requerimientos de energía.

El principal problema que se presenta en la atención nutricional de los adultos mayores es la mayor presencia de factores de riesgo, asociados a la situación de vejez, (reducidos ingresos económicos, más probabilidad de padecer de una enfermedad crónico degenerativa, consumo de medicamentos que podrían afectar la disponibilidad de micronutrientes por parte del organismo, el edentulismo, patrones culturales relacionados con la alimentación y atención del anciano, etc.), los cuales afectan directamente la calidad nutricional de la dieta.

Es importante respetar las opiniones de los adultos mayores respecto a su propia alimentación. De la misma forma, a través de procesos educativos se debe propiciar cambios en el estilo de alimentación de las personas mayores, los cuales deben adoptarse de forma voluntaria y debe respetarse la decisión.

Por lo tanto, la orientación debe caracterizarse por ser individualizada. Se debe estimular a los adultos mayores para que, dentro de sus posibilidades, puedan satisfacer sus necesidades nutricionales y hábitos alimentarios, mediante la incorporación de conocimientos, habilidades y destrezas que estén acordes con su realidad. Se debe apoyar al adulto mayor, en especial aquél que vive solo, para que desarrolle habilidades culinarias y pueda preparar alimentos nutritivos, de bajo costo y de fácil preparación.

De la misma forma, es importante establecer mecanismos de cooperación e integración grupal con el fin de que el anciano comparta con otras personas. Es necesario trabajar con la familia y la comunidad con el fin de crear vínculos de apoyo que contribuyan a mejorar la calidad de vida de los adultos mayores, lo cual les permita mantener su capacidad funcional, independencia y autonomía.

INGESTAS RECOMENDADAS DE ENERGÍA Y NUTRIENTES PARA LOS ADULTOS MAYORES.

Existe una gran variabilidad en las ingestas recomendadas (IR) de los adultos mayores pues cuanto mayor es la persona más complejos  son sus requerimientos y mayores las variaciones en la capacidad de ingerir, digerir, absorber y utilizar nutrientes.

ENERGÍA. Las necesidades de energía disminuyen con la edad, un 5 % por década. Dos tercios son atribuibles a la menor actividad física, el resto a la menor tasa metabólica en reposo (TMR) consecuencia de los cambios en la composición corporal, principalmente por la disminución de la masa libre de grasa. La adaptación a requerimientos de energía menores, manteniendo un adecuado aporte de nutrientes con una ingesta calórica baja, puede ser el mayor desafío, por lo que es importante incluir alimentos con alta densidad de nutrientes. Se han establecido una IR medias de 30 Kcal/Kg de peso corporal. La ingesta adecuada de energía debe ser aquella que permita realizar una determinada actividad física y mantener el peso en los límites aconsejados (IMC 25 – 28).

PROTEÍNAS. Las IR se han estimado en unos 0.8 g/Kg de peso corporal/ día. Algunos indican que ingestas de 1 g/Kg podría favorecer un mejor balance nitrogenado, estimulando la formación de masa muscular. Sin embargo, en los ancianos, como la ingesta energética suele ser baja, el aporte calórico de la proteína, teniendo en cuenta las IR en términos absolutos, puede ser mayor y puede llegar a 1.5 g/Kg de peso. La calidad de la proteína deberá tenerse en cuenta sobre todo en las personas con poco apetito.

HIDRATOS DE CARBONO. Se recomienda que éstos aporten entre 55 – 75% de la energía total consumida, principalmente a partir de carbohidratos complejos, presentes en cereales, algunas verduras y hortalizas, frutas y leguminosas. Se recomienda también moderar el uso de mono y disacáridos, ya que pueden desplazar de la dieta a otros alimentos con mayor densidad de nutrientes.

FIBRA DIETÉTICA. Un aporte adecuado de fibra favorece la motilidad y reduce el tiempo de tránsito intestinal, previniendo y mejorando el estreñimiento, tan frecuente en ancianos. Disminuye también el riesgo de diverticulosis y de cáncer de colon en personas con sobrepeso u obesidad, ayuda a controlar el peso y a regular al colesterolemia y glucemia. Se recomienda un consumo de unos 20 – 30 g/día, a partes iguales entre fibra soluble e insoluble. El consumo mayor de las recomendaciones puede ocasionar malestar digestivo y comprometer la absorción de micronutrientes.

LÍPIDOS. En general las recomendaciones son similares a las del resto de la población. Se recomienda cuidar el aporte de ácidos grasos polinsaturados de la familia n-3, abundantes en los pescados por su efecto antiinflamatorio, antitrombótico, antiarrítmico, hipolipemiante y vasodilatador.

VITAMINAS Y MINERALES. Vigilar la adecuada ingesta de estos grupos de nutrimentos para evitar deficiencias o excesos, sobre todo de hierro, calcio, potasio, sodio, tiamina, riboflavina,  vitamina D, E, A.

AGUA. En los ancianos el agua se convierte en una verdadera necesidad a la que hay que prestar atención y en muchos casos es incluso necesario prescribir su consumo como si se tratara de un medicamento. Debe por tanto recomendarse beber más de ocho vasos de agua al día. Es preferible que el aporte de agua se realice entre comidas, para evitar la dilución del jugo gástrico y la consecuente hipoclorhidria en el proceso de la digestión.

DISTRIBUCIÓN DE COMIDAS DIARIAS. Es aconsejable fraccionar la dieta en 4 a 6 comidas diarias. La variedad de la oferta permitirá la ingesta de todos los alimentos adecuados para una alimentación saludable y adecuada a las necesidades individuales.

En conclusión, la amplia variedad en las personas mayores en cuanto a estados de salud, patología subyacente, tratamientos farmacológicos, grado de autonomía, ejercicio físico y hábitos de consumo alimentario hace necesario establecer pautas individualizadas.

En una dieta para las personas mayores se debe asegurar una buena disponibilidad de nutrientes, unas preparaciones culinarias agradables y un entorno ambiental acogedor.

BIBLIOGRAFÍA.

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La nutrición del anciano como un problema de salud pública. Bernal-Orozco et al. 2008. Antropo, 16. 43-45.

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